Nördlingen — Alemania — Photo by Julián

El padre de Destino

Cuando descubres tú destino, ya no es destino…

Julián
2 min readDec 31, 2017

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Curiosidad. Eso delataban sus ojos cuando uno «podía mirarlo» directo y de frente. Aunque pocos se han atrevido a ello, con excepción de su padre.

Su padre tenía un trabajo peculiar. Y su hijo no podía evitar entrometerse entre sus cajones y hurgar en aquellos anaqueles de madera tan pulcramente pulidos. No solo el brillo llamaba su atención, sino también lo intrigante del conocimiento que allí había.

No podía entender porque era tan parco, poco feliz y sin emociones. Como que nada lo sorprendía. En tanto él, leía y leía aquellas historias, algunas con un final feliz y otras lo dejaban con un estado de sosiego que le quitaban el sueño por las noches. Es que eran tan reales, que no encontraba razón al humor que reinaba en su padre.

Un día, el padre lo descubrió allí dentro, con los cajones abiertos y su mirada inquisitiva. Sabía que sucedería, sabía que el día ya había sido escrito y que pronto llegaría quién le dictase su vida. Solo se limitó a salir, dejarlo solo y sin una sola palabra. Le dio la espalda teniendo la certeza que el rubor que cubría la cara de su hijo, era su alegría de saber que la dinastía se mantendría longeva.

Esa noche, luego de una cena en la que reinó el silencio, lo invitó a sentarse a su lado en el sofá. «La reprimenda no tardaría en llegar», fue lo primero que pasó por su cabeza.

— Estamos aquí para proteger algo valioso: «La libertad de las personas de armar sus vidas». Lamentablemente hay muchos que continuamente intentan violentar esa libertad. Desean conocer, como tú, el contenido de los cajones y piensan que así todo será más fácil. Pero no entienden que eso los llevaría a estar encadenados de por vida a cumplir con esa historia.

— ¿Es real esa historia?

— No, no lo es. Nadie logra entenderlo. Y una vez que la leen, ya no podrán pensar en otra cosa, y los llevará indefectiblemente a que se cumpla. Excepto tú y yo… — el «yo» lo dijo en voz baja y con su mentón buscando sus latidos.

— ¿Qué sucede padre?

— Ha llegado mí momento de vivir la incertidumbre. Llegó el momento de sentir la libertad. Cuando te cruces con la gente, sabrán que eres mi hijo, Destino, e intentarán conocerte, serán amables, serán persuasivos…

y si realmente amas la vida, sabrás que cuando descubres tú destino, ya no es destino…

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